viernes, 14 de agosto de 2020

IN MEMORIAM/ Bartolomé Deudero: un hombre bueno y de mar



Bartolomé Deudero Alorda es mi padrino. Y lo digo con orgullo. Hijo y nieto de oficiales de la Armada, siguió la saga, junto a su hermano Antonio, como Oficial de la Marina, llegando a alcanzar el empleo de Capitán de Navío.



Hombre bueno y de mar, no se separaba nunca del amor de su vida, Salud Company, con quien navegó sin cesar por la aguas de Baleares en los veleros que fueron teniendo y que vinieron en llamar “Cranc” (cangrejo, en buen mallorquín), seguido del numeral correspondiente.

Además de su carrera de marino, dedicó periodos de su vida a la docencia deportiva como monitor de vela, destacando su actividad en la Escuela Nacional de Vela Calanova y también en el Club Náutico de Cala Gamba, su cuna marinera y club del que era socio, junto al Real Club Náutico de Palma, donde está amarrado el Cranc IV.

Contaba con orgullo como fue él quien trajo el primer 420 (embarcación de vela ligera) a Mallorca en un buque de la Armada.

Destacaba por ser bueno en ciencias, especialmente en matemáticas y en sistemas navales, incluyendo todo cuanto hace a la realidad de a bordo: mecánica, electrónica, jarcia fija y de labor. Todo.

Tan lúcido era que en la Armada estuvo entre los preseleccionados para poder hacer frente al reto de los entonces nuevos y complejos sistemas nucleares, finalmente descartados por decisión gubernativa.

Estando ya en la reserva, en el sector privado fue el escogido, de entre otros candidatos altamente cualificados, para encargarse del submarino turístico de Puerto Portals, destino en el que pudo aplicar todos sus conocimientos, siendo que bajo su supervisión funcionó sin incidencia alguna haciendo cientos de inmersiones, quedando acreditado así lo acertada que fue la decisión de la empresa. Incluso se sorprendían de ver cómo conseguía reponer piezas y sistemas con proveedores españoles, frente a los extranjeros que inicialmente le proponían, mucho más caros y de calidad análoga o a veces incluso peor. Y es que sus años de destino en Porto Pi, haciéndose cargo del mantenimiento de la base y de toda la flotilla de dragaminas que allí estaba destacada, fueron una escuela sin parangón, donde también consiguió -con gran limitación presupuestaria- mantener flota y base plenamente operativos.

Famoso fue el caso de la corbeta a la que, llegado como joven oficial de máquinas, daban por prácticamente para el desguace. Tras tres intensos meses de duro estudio y trabajo consiguió poner la corbeta en perfecto estado de revista, siendo de hecho la que finalmente más duró de todas las de su clase.

Recuerdo las navegaciones en el Cranc, un velero kaiteret hecho en Mallorca de algo más de 7 metros. Con él nos acercábamos a alguno de los portaaviones americanos que acostumbraban fondear en la bahía. Su tacto a la caña era innato. Y nos decía -me lo recordaba mi hermano Miguel el otro día- "coge la caña, siente el barco, no fuerces... eso es". Lecciones de vida.

El fondeadero era seguro, lo conocía perfectamente. Los tripulantes -esposa, hijos, nietos- departiendo distendidamente a bordo en el entorno paradisíaco de Es Carbó. El “Cranc IV”, un Wind 46 de preciosa silueta, daba cobijo a toda la familia.

Si se pudiera escoger el momento de partir, sin duda era este. A bordo de su velero, acompañado de los suyos. Y la Mar, siempre la Mar.



Bartolomé Francisco DEUDERO ALORDA nació en Palma el 27/8/1943 y falleció a bordo del Cranc IV, en aguas de És Carbó, Mallorca, el 11/08/2020.


El artículo en Gaceta Náutica:


lunes, 10 de agosto de 2020

Historia de una bandera


La senyera de la Corona de Aragón, aquella que sirvió de pabellón a su marina, es la que está representada en el tercer cuartel del escudo de España; y en el del Senado, y en el del Consejo de Estado; y en el del Poder judicia. Incluso está representada en cada uno de los tajamares (bandera de proa) de los buques de nuestra Armada española. Esa es la senyera que une, que suma.En 2014 en Baleares se debatía sobre los símbolos. Al tiempo que la progresía decía que no hacía falta un Decreto de Símbolos, lanzaban una campaña tremenda a fin de que se reconociera la senyera –entendida como la bandera oficial de la comunidad autónoma catalana– como símbolo local en diversos municipios de Mallorca. Incluso se colgaban senyeras en los colegios públicos a modo de «llaços per la Llengua», decían (lengua catalana, claro).

En aquel entonces era concejal electo –en la oposición– en el municipio de Puigpunyent. Tocó debatir sobre si la «senyera» tenía que ser declarada símbolo de interés local. Lo pedían los que se consideran «catalanes de Mallorca», no mallorquines. Son los que prometen sus cargos «por imperativo legal», los que defienden la autodeterminación y la independencia de los territorios del País Vasco y de Cataluña. Son los que apoyan a los proetarras de Bildu y a los golpistas secesionistas de Cataluña.

Todo esto derivó años más tarde en el referéndum ilegal instado por parte del gobierno de Cataluña, donde recuerden que se proyecta la existencia de unos supuestos «Països Catalans» que «autoanexionan» Baleares, Valencia y el Rosellón francés. Y es en estos términos que han venido exhibiendo durante esos años en sus solapas los colores de una senyera que significa ruptura, segregación, inmersión.

En aquel pleno de 2014 les recordé que, frente a todo esto, existe una senyera que es parte de España. Una senyera que une, pues sirve de base para formar nuestra bandera de Baleares, y la de Mallorca, y la de Menorca, y la de Ibiza, y la de Formentera. También la de muchos municipios de Baleares. Pero siempre con su simbología propia, específica, que nos enlaza con nuestra tradición histórica y al tiempo nos distingue. Es la senyera de la Corona de Aragón, aquella que sirvió de pabellón a su marina, aquella que vemos en el escudo de los Reyes Católicos y en los buques de galeras del siglo XVI (1.530-43), es la senyera de la que nacen varias de las propuestas del concurso que Carlos III convocó para cambiar el pabellón español -blanco, con escudo real- que se confundía en la mar con el francés y de donde surgió la bandera bibarrada de la marina mercante española (1785-1927) y nuestra bandera de España, pues se veía mejor en la mar que el resto. Es la senyera que está representada en el tercer cuartel del escudo de España; y en el del Senado, y en el del Consejo de Estado; y en el del Poder judicial, entre otros muchos. Incluso está representada en cada uno de los tajamares (bandera de proa) de los buques de nuestra Armada española. Esa es la senyera que une, que suma.

Desgraciadamente esta no es la senyera que aquel año declararon de interés local el Ayuntamiento de Puigpunyent y otros más, pues en su objetivo estaba la secesión, la división, la ruptura entre familias, entre amigos de toda la vida, de la sociedad. Tal vez por eso han ido más allá. Ahora han sustituido la senyera por la estelada y los «llaços per la llengua» por lazos amarillos secesionistas. Por si eso fuera poco resulta que todo esto lo están pagando con dinero público, con el dinero de todos. Así nos luce. Pero no ven que todo esto será en balde. Qué pena de dinero malgastado. Tendrán que pagar por ello. Estoy seguro. Y es que al final los símbolos sí son importantes. Por eso un Decreto que los regule es imprescindible. En la mar lo sabemos perfectamente, por eso hace siglos que está regulado. 

Que tomen nota.


Señal del Rey de Aragón en el libro del conocimiento

Señal del Rey de Aragón en el Libro del Conocimiento


Pues eso

-Artículo de Opinión Política/ diario digital "Mallorca Confidencial"-   El autor. Soy de los que piensa que siempre hay que trill...